Timón Gerencial

Caracas, 30/01/2018

¡ESE TRAJE LE QUEDA MUY BIEN!

Esto ocurrió en Naiguao, el pueblo que se negó a morir, se trata de un relato que explica lo que sigue:

Un hombre le pregunta a un amigo, dónde podría mandarse hacer un traje, con un sastre que no cobrara caro. El hombre siguió la recomendación del amigo, fue a ver al sastre recomendado, y teniendo el traje ya hecho, un día se lo estrenó y fue a dar un paseo por un bulevard de Naiguao.

Su sorpresa fue que estando ya caminando, nota que la hombrera izquierda de la chaqueta, le colgaba sobre el hombro, decide ir al taller del sastre, y éste le dice: 

“Camina doblando el cuerpo y la cintura hacia la derecha, eso corregirá el defecto”. 

Salió de la sastrería y caminó en la posición sugerida, pero ahora le apretaba el pantalón entre las piernas. Regresó a la sastrería y éste le dijo:

“Pon la mano entre las piernas y tiempla el pantalón cuando camines, hacia abajo.”

Salió el cliente siguiendo la nueva sugerencia que le había hecho el sastre, al rato de ir caminando, dos señores que paseaban por el bulevard, al verlo andando torcido comentaron: 

“Pobre hombre, mira cuán deforme esta.” “Es cierto, pero fíjate, ¡Ese traje le queda muy bien!.”

Acá en Venezuela, al igual que en otras sociedades el traje se llama: las normas, las leyes, la organización formal, los estatutos de las instituciones, la parafernalia del poder, etc. Sin embargo en Venezuela como en otras latitudes subdesarrolladas, el traje nos obliga a deformar nuestra sociedad (el cuerpo social), para proteger la vestidura. Es decir, pareciera que nos interesara más proteger el “Cómo” que salvar el “Qué”.

Lo trágico en materia gerencial y en otras, es que nunca hemos tenido el sastre que nos haga el trabajo adecuado para el “Cómo”. Cuando hemos reclamado por el trabajo mal hecho, nos han dicho, como al hombre de la anécdota Naiguaense, que nos deformemos voluntariamente para proteger la vestidura.

En el campo más limitado de la gerencia pública y privada, tampoco nos hemos ocupado en Venezuela de la presión del “Como”. Las estructuras formales, los cuadros de la organización, parecieran ser más importantes que los objetivos de la organización como tal.

En muchas de las instituciones estatales, las estructuras gerenciales y organizacionales, no son adecuadas para poder cumplir con los objetivos que deben alcanzar. En ocasiones, se llega a deformar los objetivos, para que el traje organizacional luzca bien.

Instituciones y organizaciones públicas, como el Seguro Social Obligatorio, o el Instituto Nacional de Cooperación Educativa, y diversas instituciones así como organizaciones privadas tales como: clínicas, automercados, líneas aéreas, empresas productoras de alimentos, fundaciones, etc. ocasionalmente llaman a otro sastre para modificar el traje, por lo general “el dueño de la Sastrería” insiste en que se utilice la misma cantidad de tela en el nuevo traje.

Muchas organizaciones no comprenden que se necesita un traje nuevo, además del viejo, hecho a la medida del cuerpo de hoy (tal y como es la organización actualmente), con tela nueva. Entonces, hay que tener un traje nuevo listo para ponérselo y alcanzar los objetivos gerenciales, del nuevo modelo organizacional, mientras vamos dejando el viejo.

De modo que, poco a poco, el traje viejo lo usaremos menos y menos cada vez, hasta terminar con el mismo. Para muchos tener dos trajes, pareciera un lujo; en la vida de las organizaciones, la visión gerencial llama a los dos trajes las instituciones paralelas: una, hecha a la medida de la nueva sociedad y de los cambios vigentes; y la otra, la actual, la obsoleta, imposible de modificar de inmediato. (¿Qué diría Peter Drucker al respecto?).

La gerencia venezolana debe entender en el contexto de una nueva visión gerencial, que necesitamos caminar, con holgura y confianza, por la ruta segura que el país requiere en materia gerencial, y nunca olvidar que el traje, lo hace el sastre, pero las medidas las pone el cliente.

Eduardo Bladimir García M.


Caracas, 23/2/2018

VISIÓN


Las Sagradas Escrituras, en su interpretación teológica, advierten que un pueblo perece, cuando se pierde la Visión. Pensando en este tema me vienen a la mente insignes nombres de visionarios intrépidos, a quienes no le bastaron los sueños, sino que se empeñaron en convertirlos en realidad.

Fueron soñadores tales como: Mahatma Gandhi, Jesús de Nazareth, Martin Luther King, Francisco de Miranda, Abraham Lincoln, Napoleón Bonaparte, Galileo Galilei, Simón Bolívar, etc. Pero la Visión no es un monopolio de gigantes del pensamiento, es la facultad esencial de todo buen dirigente, de ver el pasado, entender el presente y ver lo que viene pero que aún no existe. Tal vez, el más destacado investigador contemporáneo en el tema de Visión y Liderazgo, sea James Mc Gregor Burns, quien introduce la noción de la Visión y Liderazgo que Transforma.

Es aquel que no somete, ni arrea, ni seduce con su carisma; se trata de un liderazgo que es capaz de motivar y propiciar el compromiso de una causa compartida. Pero ¿Qué hemos de entender por Visión?, ¿Cuáles son sus características, de donde proviene?, ¿Es la Visión un ideal, la imagen de un futuro deseado, un fin más allá de las metas y objetivos?, ¿Un propósito que entusiasma?,¿Un espejismo que nos permite ver la naturaleza futura de las cosas?. Pienso que abarca todo eso y más.

Quisiera hacer un inciso: En los inicios del Cristianismo, se hablaba de la Metanoia, que es un término griego; Noia significa mente y Meta trascendente. Se refiere a un cambio mental, profundo, a un replanteo crítico en la forma en que se ha de mirar la vida. Inciso concluido.

Entonces la Visión que puede encender la imaginación de la gente, está hecha de metanoia. Conlleva un reencuentro de percepciones, las cosas se relacionan de modo diferente, hay un reenfoque integrado y holístico (integración y visión del todo), que a todo lo cambia.

De modo pues que, al ofrendar un propósito nuevo de significado, trascendental, la Visión nos impulsa a saltar la brecha que siempre hay entre acción y el reto. Gente como estos distinguidos investigadores en el plano de la Gerencia contemporánea Peter Senge, Joel Barquer, Kenike Ohmae, Henry Mintsberg, Michel Godet y tantos otros, plantean que la Visión tiene que ser compartida, de propiedad colectiva, un compromiso compartido por, todos.

Siempre habrá una brecha entre lo que somos y quisiéramos ser, entre donde estamos y donde ansiamos estar, es la brecha central de la vida; la Visión pretende elevarnos a la cima. He allí el rol de todo liderazgo serio. En su más técnica acepción, a la Gerencia le corresponde velar por la nueva instrumentación de la Visión, ¿De qué manera?, pues es como cuando uno ama de verdad: anhelando, diseñando el futuro, teniendo ganas, visualizando el amor, no parándose por pequeñeces. 

Hay que despertar de nuestros sueños potenciales para concretarlos, que nos hacen perseguir vanamente las estrellas; y ante esa circunstancia, conocer nuestra estatura de pensamiento, el alcance de nuestros brazos, nuestras limitaciones y saber que la Visión está muy alta, con las estrellas allá arriba en el cielo. Pero es preferible mirar hacia el cielo, y despertar para alcanzarlo, que estar contento con quedarse pegado a la tierra, tocando lo que tocan nuestros pies, donde terminamos como seres humanos.


Eduardo Bladimir García M.


Caracas 12/03/2018

EL PUENTE DE LA ANSIEDAD

Hubo un reconocido galeno, de nombre Rollo May ( léase Ról Mei). Fue un siquiatra estadounidense, egresado de la Universidad de Michigan, que profesaba la corriente del pensamiento médico-mental conocida como Existencialismo; estudió los fenómenos de la desesperación, el suicidio y la ansiedad. Obtuvo su maestría en sicología existencialista y luego el doctorado en Siquiatría (*) en la Universidad de Columbia en el estado de Nueva York, falleció en la ciudad de San Francisco, en el estado de California en 1994). 

Como investigador de la salud, dedicó parte de su vida a entender, lo que debería ser, según su apreciación la autogerencia, esto es, autoadminisrtrar uno, su propia vida, darse cuenta de los recursos personales que uno tiene, como individuo, para mejorar la salud y por ende, la calidad de vida personal, gerenciar nuestro talento, él solía decir management myself.

Él planteaba que:

“Las enfermedades reducen nuestro mundo y encogen nuestras responsabilidades. En cambio la salud, libera al organismo, para que seamos saludables y felices. La ansiedad, es el puente existente entre las dos márgenes: salud y enfermedad.”

Nota Aclaratoria: Antes de seguir adelante, conviene tener al menos una idea meridiana, de que es la Ansiedad. La Sociedad Venezolana de Siquiatría la define como: 

“Una respuesta que da el organismo, de anticipación, ante estímulos internos o externos, tales como: imágenes, pensamientos, ideas, sueños, conductas, que la persona percibe como amenazas, es decir que le puede ocurrir algo. Se trata de una señal que nos permite advertir, sobre una situación difícil, y hace posible, que el cuerpo reaccione para enfrentar dicha amenaza.” 

Continuamos.

May aquí no hace otra cosa, que entender lo inevitable de moverse en dicho puente de la ansiedad, dependiendo de cómo, se administre (gerencie), nos conducirá hacia la salud o hacia la enfermedad. Al fin y al cabo es un puente, tiene dos extremos, y un camino que los conecta. Lo que hay que tratar es, siempre estar más cerca del extremo de la salud.

Pienso que, como todo en la vida, también aquí estamos ante un problema de actitud; de cómo podemos enfocar el optimismo o el pesimismo, a modo de ejemplo: convertir un dolor de cabeza en una migraña, o alejarlo utilizando algún analgésico. En general, la mayoría de los males llamados sicosomáticos, en el fondo son un problema de enfoque de autogerencia; como nos percibimos a nosotros mismos para sentirnos y estar bien. 

Esto con respecto a la salud de la gente; pero, la salud de las sociedades y de las grandes y pequeñas empresas, es más compleja, sin embargo responden a las consideraciones ya enunciadas. La ansiedad colectiva, conduce por el puente hacia la enfermedad o a la salud. Eso dependerá de nuestros enfoques y actitudes como grupo social. Las sociedades corren el peligro también de enfermarse, al igual que los individuos, innecesariamente.

Cuando se tiene la visión sicosomática, entra en acción el síndrome de que todo lo que se intente hacer, resultará mal. Se trata pues de una visión negativa, se cae en la abulia; no obstante los pueblos, las sociedades al igual que un individuo, llegan a tener enfermedades que no son sicosomáticas, y por consiguiente no dependen del puente de la ansiedad.

Hay que reconocerlas, ya que el optimismo y un enfoque positivo, por sí solos, no bastan para curar un paciente. Existen cuatro enfoques-opciones tanto para las instituciones, como para las personas:

· El enfoque positivo sin enfermedad real

· El enfoque negativo sin enfermedad real

· El enfoque positivo con enfermedad real

· El enfoque negativo con enfermedad real

El primero: Es la situación ideal, nos ubica en el extremo del puente muy cerca de la salud, y no hay síntomas sicosomáticos.

El segundo: No es bueno, nos acerca al extremo de la enfermedad, hay síntomas sicosomáticos, se debilitan nuestras defensas (sistema inmunológico), y así no podemos defender el organismo y enfrentar una enfermedad real.

El tercero: Permite acercarse al extremo del puente de la ansiedad, cercano a la salud; se puede analizar inteligentemente las posibles alternativas de sanar.

El cuarto: Es la peor opción, se trata de acercarse al extremo donde está la enfermedad. La posibilidad de curación real, no la hay, por cuanto, lo real se une con lo imaginario. Se pierde la confianza en los médicos, amigos, pronosticadores, etc. se cae en el síndrome de la desesperación por ausencia de confianza. Nuestra sociedad lamentablemente, se encuentra en el cuarto enfoque. Un enfoque negativo y una enfermedad real.

Aquí se suele asumir, una actitud que representa la presencia de un error de juicio, es decir realmente se incurre en una estupidez. Se pone de manifiesto que la inteligencia humana tiene sus límites, pero la estupidez no. 

Un Inciso por favor: Les exhorto, a leer las Cinco Leyes sobre la Estupidez, autor el economista italiano Carlo Cipolla. Si las leen, allí podrán comprender: porque en diversas ocasiones hemos sido estúpidos, o nos hemos comportado como tal; porque tratamos a estúpidos, porque no debemos andar o dejarnos influenciar por estúpidos, y que hace que los estúpidos quieran estar con nosotros, al encontrarse solos. Además, tendrán oportunidad de ver, con cual (es) de las cinco leyes cumplen, las personas cercanas o lejanas que nos rodean.

Seguimos:

Cuando nos comenzamos a sentir mal, caminamos el puente de la ansiedad, para colocarnos en el extremo de la enfermedad. Cuando llegamos, lo difícil es regresar al enfoque positivo para iniciar la curación y el tratamiento gerencial adecuado. Si no lo hacemos caeremos en la anarquía de soluciones no pensadas. Nuestros galenos y sicólogos se beneficiarían si leen a May, en lo atinente al manejo de la ansiedad, en empresas, instituciones, organismos públicos, privados y en las personas. Tal vez, aprenderían a gerenciarla como debe ser, y orientarían mejor a los individuos,

Es esencial entender, que otra de las consecuencias de la mala administración de la ansiedad, es la búsqueda indiscriminada de los culpables, esto es, transferir la culpa. Con relación a esto, el caricaturista Schultz, con su tira cómica Snoopy, captó la angustia de nuestros tiempos, y puso en la boca de uno de sus personajes, una frase que no vacilo, en calificar de lapidaria: 

“Hemos encontrado a los enemigos…... y saben que, somos nosotros mismos.”

Pienso que no hay que buscarlo en otra parte.

(*) Nota: la Real Academia del Idioma permite escribir síquis, sicología, siquiatría y todas las palabras derivadas del fonema ps, sin la letra P. 


Eduardo Bladimir García M.

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